En este caso China no es la excepción. En el caso chino, el análisis de las imágenes comunicadas, así como la razón de que sean precisamente ésas y no otras las comunicadas, es un elemento adicional que ayuda a comprender lo que el ascenso de la “Gran China” significa para el escenario internacional. Aquí se agregó un rasgo más a la nueva imagen china, pues se trataba de evidenciar no sólo el “ascenso pacífico” del país2 sino también la fortaleza de una China capaz de garantizar la seguridad a los habitantes del Estado más poblado del planeta gracias a la presencia de un ejército competente, moderno y sobre todo, con una tecnología propia, capaz de fabricar los arsenales necesarios para cumplir con dicha misión. Un segundo propósito es evidenciar, a través del análisis de eventos mediáticos, como los mencionados anteriormente, cómo el gobierno chino está construyendo también la imagen de una “Gran China” bajo una idea de colectividad -una idea que no existe acabada sino se construye-. La construcción de la nueva imagen de China, sin embargo, no sólo se comunica al mundo exterior, sino también y particularmente a los propios habitantes de este país. Este hecho, más allá del sentido propagandístico que encierra, busca a la vez fortalecer la imagen de un Estado sólido al interior y exterior de China, para así proyectarse en el escenario internacional de una manera distinta, lo cual exige un nuevo rol batas de novia este país en el mundo contemporáneo.
China, estaba en el centro del mundo y todas las miradas se posaban en el Nido de Pájaro, el emblemático Estadio Nacional construido para tan especial justa deportiva. Entre estos retos destacan la ineficiencia energética y la dependencia al carbón y petróleo como principales fuentes de energía; el alto consumo de materias primas en los procesos productivos; la degradación medioambiental con el consecuente daño a la salud de sus habitantes; el aumento en la desigualdad en los ingresos entre las personas del campo y la ciudad, entre las provincias costeras, las del centro y las del interior, así como los problemas étnicos entre los miembros de la etnia Han y de otras etnias, particularmente en provincias como Xinjiang y el Tíbet. Evidentemente, los retos y desafíos que China experimenta hoy, pero también las ineficiencias, contradicciones e incongruencias, son resultado de las decisiones asumidas desde la política pública, que benefician a ciertos grupos y perjudican a otros. Segundo, la necesidad de comprender de qué manera las estructuras no materiales condicionan las identidades de los actores, debido a que las identidades informan sobre los intereses, y éstos a su vez de las acciones de los actores.
Así, el presente artículo aborda la generación y comunicación de esta nueva imagen vinculada al proyecto de la “Gran China”, con el fin de aportar elementos para la reflexión sobre la manera en que los actores políticos internacionales construyen sus propias identidades y cómo estas identidades se comunican a la población para asumir nuevos roles en el escenario internacional. Así, el Estado chino está construyendo su imagen como actor internacional de primer orden, vinculando el fortalecimiento del Estado -en un plano meramente material- con una visión mítica -o, al menos parcial- de “lo chino”. Así, el análisis de este artículo se centra en la manera en que una identidad es comunicada masivamente con el fin de influir en las instituciones internacionales y en la opinión pública a través de dos ejemplos significativos: la inauguración de los Juegos Olímpicos y el desfile de aniversario de la fundación de la República Popular China. Sin embargo, no es el propósito del presente artículo abonar a este debate. El número ocho estuvo presente también como símbolo desde el año 2004, cuando en la ceremonia de la arena de clausura de los Juegos Olímpicos celebrados en Atenas, China presentó los adelantos de lo que el mundo podía esperar en los XXIX Juegos Olímpicos, en un evento con ocho minutos de duración.
La tradición milenaria de China estuvo presente en la primera parte del programa de la ceremonia. Esta construcción de la identidad china continúa generándose en eventos específicos, unos más espectaculares y vistosos que otros, con mensajes diferentes y medios diversos, enfocados a distintos actores, tal como sucedió en el desfile conmemorativo por los sesenta años del triunfo del comunismo en China y en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos. Primero, la afirmación de que las estructuras “normativas” e “ideacionales” son tan importantes como las estructuras materiales. Tercero, la aseveración de que los agentes y las estructuras son mutuamente constituidos. La ceremonia inaugural estuvo conformada por una serie de actos que enfatizaban de distintas maneras el vínculo existente entre el pasado y el presente, entre la tradición y la modernidad, entre una China antigua y una que renace sin perder el vínculo con las profundas raíces históricas de una civilización de cinco mil años de antigüedad. En primer lugar, porque sería el evento mediático más visto por la población mundial, con una audiencia que superó a los 4 mil millones de telespectadores11.
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